If God is loving and powerful, why does he allow his children to struggle? Gabe Lyons discusses his battle with faith in finding out his son had Down Syndrome.
English Transcript:
You know, when our son Cade was born, you know, I went, I went through a difficult circumstance. He was born with Down Syndrome. We weren’t expecting it. He was our firstborn. I had all the hopes and dreams of a firstborn son. I was an athlete and had imagined that I couldn’t wait to throw the football around and start to see my son develop into a little mini-me. Uh, and all those expectations were shattered, and I just couldn’t help but question God and say, “What is going on here? What, what is this about? I thought you were in charge of everything. I thought you knit him together in his mother’s womb, but yet this isn’t perfect. This isn’t the way I define perfect.” And God and I went through a season of, of struggle, of, of me having to relinquish the sense that I know God and how God thinks and how God ought to do things. There was pride and ego that was getting in the way that, that I kind of thought I had this world figured out through the lens of God. And yet that’s the greatest sin, to think that we actually know, uh, the way God should be doing things. And so through that I doubted, uh, my own faith. I doubted what I had been believing, what I had bought into. Uh, and God was gracious through that process, though, and helping me come to an understanding and a realization that I’m not God. And that God has ways and plans and ways of working this world together, uh, that I might not ever understand but I can trust him, that I can have faith and trust that he has my best interest in mind. And even if I can’t explain every circumstance that happens, every bad thing that happens in the world, that God’s a God that we can trust that’s going to be renewing it, that’s going to be making something that seems bad to us into something amazing and beautiful, uh, for the world.
Spanish Transcript:
Cuando nació nuestro hijo Cade, pase por una circunstancia difícil. Él nació con Síndrome de Down. No esperábamos eso. Él fue ue nuestro primer hijo. Tenía todas las esperanzas y sueños de un hijo primogénito. Yo era un atleta y había imaginado que… no podía esperar a lanzarle un balón y empezar a ver a mi hijo convertirse un poco en un “mini-yo”. Y todas esas expectativas fueron destrozadas, y yo sólo no podía dejar de cuestionar a Dios y decir: ¿que esta pasando aqui? ¿De qué se trata esto? Pensé que estabas a cargo de todo. Pensé que tu lo tejerías él en el vientre de su madre, pero sin embargo, este no es perfecto. Esta no es la manera en la que yo defino perfección. Y Dios y yo pasamos a través de una temporada difícil. De yo tener que desistir del sentido de que conozco a Dios y cómo piensa y cómo Dios debe hacer cosas. Había orgullo y ego obstaculizando que yo un pensé que tenía este mundo resuelto a través de la lente de Dios. Y sin embargo, ese es el pecado más grande. pensar que en realidad sabemos la manera en la que Dios debería estar haciendo las cosas. Y entonces a través de eso dudé de mi propia fe. Dudé lo que había estado creyendo; lo que había acordado. Dios fue misericordioso a través de ese proceso sin embargo y me ayudó a llegar a un entendimiento y una comprensión de que yo no soy Dios. Y que Dios tiene caminos y planes y formas de trabajar este mundo, que yo jamás podría entender pero puedo confiar en él. Que puedo tener fe y confianza. Que quiere lo mejor para mí, que — aunque no puedo explicar cada circunstancia que sucede, cada cosa mala que sucede en el mundo — Dios es un Dios en el cual podemos confiar que va a estar renovándolo, que va a estar haciendo que algo que parece malo para nosotros sea algo increíble y hermoso para el mundo.
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